Proyecto «Cerebro y Tango»

PROYECTO INSTITUCIONAL CREATIVIDAD-INNOVACIÓN: CEREBRO Y TANGO

No basta con tener la voz más melodiosa para entonar un tango. No. Hay que sentirlo, además. Hay que vivir su espíritu.Carlos Gardel

Nuestra institución viene trabajando, en distintos ámbitos-cursos de capacitación, diplomaturas universitarias de nuestra ciudad y en Buenos Aires,  vínculos con especialistas de calidad como INECO, – la relación entre el cerebro y la vida, las decisiones, la creación y los cambios de paradigmas. Tomamos en los dos años anteriores a este, el arte de Miró (2014) y el de Grela (2015) como síntesis de la capacidad del cerebro, del que lamentablemente aún conocemos tan poco, de hacer interpretaciones propias que, provenientes de niños y jóvenes nos dejaron asombrados. El cerebro trabajó frente a la imagen  y los niños de los tres ciclos devolvieron con su propia mirada el estímulo estético recibido, creando su propia obra, algunas de las cuales exponemos  en esta página. 

El proyecto institucional  Cerebro y Tango, fue  escogido para abordar este año  porque el cerebro humano se encarga continuamente de hacer predicciones sobre eventos futuros. Para estudiar esta curiosa y poco develada capacidad, un grupo de científicos argentinos vinculó neurociencia y tango.

Agustín Ibáñez, investigador independiente del Consejo en el Instituto de Neurología Cognitiva de Buenos Aires (INECO) pudo, junto a Lucía Amoroso (ex becaria del Conicet) y un grupo de investigación, desentrañar algunos de los mecanismos que permiten anticipar acciones, y lo hizo estudiando a bailarines de tango.

«Elegí el tango porque el cerebro de los bailarines se anticipa y predice con precisión los errores mientras se baila. Lo que hacemos es comparar el cerebro de un experto con el de una persona que desconoce sus técnicas. Esta danza requiere la coordinación entre dos personas con mucha impredictibilidad en una secuencia compleja de pasos», detalló Ibáñez. Esta disciplina artística tiene características peculiares ya que, por ejemplo, requiere de sintonización y coordinación en el espacio-tiempo en cercanía con otro cuerpo. Además, incluye variaciones rítmicas, fluctuaciones en la velocidad e incorpora la improvisación, acción que obliga a los bailarines a ser capaces de anticipar la cinemática del otro cuerpo.

Al respecto, Ibáñez explicó que esta capacidad predictiva que está presente en los bailarines, pero además en todas las personas, depende de una red cerebral extensa, que incluye las áreas frontales, temporales e insulares, que son las que están involucradas en la anticipación, la experiencia y la relevancia emocional, respectivamente.

«Esto hace que una persona pueda interpretar de la mejor manera posible los eventos del mundo y construir así expectativas sobre lo que es más factible que ocurra en una situación determinada. En este sentido, esta capacidad cerebral es comparable con las anticipaciones que se hacen las personas cuando se dice que usan el «sentido común»», expresó el investigador.

En este 2016, el desafío es ampliar ese camino de búsquedas, es por ello que decidimos incorporar la música, el ritmo, la síntesis de culturas propia de nuestro país, tomada por grandes artísticas, en suma: el tango. 

En el mes de noviembre, en una gran muestra, en el marco de los 30 años que cumple nuestra Institución presentaremos junto a nuestros alumnos, a modo de recorrido desde el Nivel Inicial y hasta UPAM, las producciones logradas.

Ilustración: «Tango de nuestra tierra». Roberto Gatti